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Especial
Así se siente la depresión post-universidad, ¿te identificas?

Así se siente la depresión post-universidad, ¿te identificas?

Terminar la universidad es más complicado de lo que crees. 

16/01/2017 | Autor: Mairem Del Río
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Pasó la fiesta, te entregaron tu diploma, recibiste mil felicitaciones por “concluir una etapa de tu vida”, te despediste de tus amigos y maestros… ¿y ahora, qué?

 

La depresión post-universidad es un problema muy común entre quienes acaban de graduarse, es una época de total incertidumbre y pérdida de identidad, pues de pronto te encuentras en un limbo extraño en el que ya no eres estudiante, pero tampoco tienes empleo. Entonces, ¿qué eres?

 

Es natural estar deprimido cuando “los mejores años de tu vida” llegan a su fin y chocas de frente con las presiones de la vida real. Y por “vida real” nos referimos a un mundo en el que son escasos los empleos bien remunerados y a los que aún no puedes acceder porque no tienes suficiente experiencia. Luego te enteras de que invertiste mucho tiempo y dinero en educación para conseguir un salario que apenas cubre tus necesidades básicas, ¡y ni pensar en independizarte!

 

 

La crisis del cuarto de vida

 

Quienes sufren depresión post-universidad, o la “crisis del cuarto de vida”, sienten que su vida no está siendo como la imaginaron y tienen una sensación de pérdida. Una de las causas es la incertidumbre y la inseguridad por el futuro, lo que genera ansiedad: si antes sentías que todo era posible, esa expectativa decae a medida que intentas encontrar trabajo y ejercer tu carrera. Muchos terminan en trabajos que ni al caso y sienten que no sirven para el mundo profesional.

 

El cuadro se agrava cuando, después de la graduación, aún tienes materias pendientes o no te has titulado (¿alguien dijo “tesis”?). Ya que sigues atrapado en la universidad pero ya no puedes llevar vida de estudiante, ni avanzar al siguiente nivel. Esta es un arma de doble filo, pues si bien hace más leve el golpe de realidad, también se puede convertir en un pretexto para desarrollar complejo de Peter Pan al amparo de “soy tesista” o “me estoy titulando”.

 

 

¿Cómo se manifiesta?

 

Los síntomas se pueden resumir en ansiedad, percepción de vacío social, sentimiento de “no pertenecer”, pérdida de entusiasmo, y el peor: sentimientos de fracaso. El rechazo te hace sentir que no eres lo suficiente para el mundo laboral, piensas que nada valió la pena porque eres incapaz de encontrar empleo y construir relaciones significativas. Hay quienes pierden el interés en seguir buscando y ven esta falta de iniciativa como otro fracaso.

 

Una cosa es conocer los síntomas generales y otra vivirlos día a día. Todo comienza cuando de pronto tienes todo el día libre: ya no hay clases ni tareas, pero tampoco fiestas ni horas de plática entre amigos. Entonces empiezas a buscar empleo.

 

Las mañanas se te van en enviar currículos y escribir correos, hacer o esperar llamadas. Tienes toda la intención de ir al gimnasio, tomar cursos o viajar, pero nada de dinero para hacerlo. Además, no te puedes arriesgar a pagar un diplomado o un viaje si en cualquier momento aparece una buena oportunidad y tienes que dejarlo todo. Y así va corriendo el tiempo, sin que nada pase.

 

Te vuelves ocioso involuntario, pierdes la noción del tiempo, te duermes muy tarde viendo películas y series, texteando, leyendo noticias o revisando tus redes sociales. Te vuelves máster en videojuegos y apps de Facebook (¿en qué nivel vas de Candy Crush?). Al día siguiente te levantas tan tarde que apenas te dan ganas de comer y seguir pegado a una pantalla. Cuando te das cuenta ya es de noche y vuelves a desvelarte inútilmente.

 

 

La depresión del post-graduado se hace más profunda cuando te comparas con los demás. Por ejemplo, al conocer vida y obra de personas que a tu edad ya tenían grandes logros o por lo menos eran independientes, o al ver publicaciones de tus amigos viajando o presumiendo su flamante nuevo empleo. Entonces te sientes vieja e inútil.

 

Pierdes las ganas de hacer cosas que antes disfrutabas, porque no tienes entusiasmo, y por no tener esos chispasos de felicidad te deprimes más. Te salen ojeras y se te va el deseo de cuidar de ti misma (¿para qué me baño/visto/peino si no voy a salir?). Sigues comiendo lo mismo o más, pero no gastas ni la mitad de la energía que antes, así que subes de peso. El ocio te lleva a buscarte y encontrar defectos físicos o enfermedades (¿ese es un lunar o será cáncer?).

 

Entras en un estado de paranoia y agresividad. Como te sientes rechazada por el mundo laboral, crees que nadie te aprecia como mereces. Te peleas con tu familia, amigos y pareja, porque de cierta forma esperas que se ocupen de ti y como no lo hacen de la forma que esperas, también sientes que ellos te rechazan y reaccionas con hostilidad.

Te quedas casi sin amigos porque muchos consiguieron empleo, otros se fueron de la ciudad o del país y algunos siguen estudiando. Intentas reconectarte con tus amigos de la infancia y resulta que ya casi no tienen nada en común, en especial si ellos no continuaron con sus estudios. Así que te sientes sola, abandonada y avergonzada de tu inercia.

 

 

Te das cuenta de que te faltan mil cosas por aprender pero no sabes por dónde empezar y te da vergüenza preguntar. Ya eres adulto y eso es difícil de asimilar.

 

¿Cómo superarla?

 

Como todo, el primer paso es aceptarlo, comprenderlo y buscar lo positivo. No es tan sencillo, porque hace algunas generaciones el tener estudios universitarios era garantía de conseguir un buen trabajo y un sueldo decente, pero ya no. Somos una generación muy preparada pero que no ha superado el nivel económico de sus padres por la forma en que funciona el sistema a nivel mundial.

 

 

Aquí algunas cosas que pueden ayudar:

 

- Resuelve tus pendientes. Ya sea cursar las materias que debes, hacer la tesis, servicios social, prácticas profesionales o idiomas. Ocupa tu tiempo libre en cerrar de verdad ese ciclo de tu vida para avanzar.

 

- Prepárate más. Busca cursos online para llenar los huecos de conocimiento que hayas identificado y engrosar tu currículum: Hay infinidad de herramientas gratuitas para hacerlo y no tendrás que abandonarlo si encuentras empleo.

 

- Ten una red de apoyo sólida. Apóyate en los miembros de tu familia y amigos que te alienten a perseguir tus objetivos. Habla con ellos honestamente de cómo te sientes y de qué forma necesitas que te apoyen.

 

- Rompe la inercia. El ciclo de depresión post-universitaria sólo se puede romper cuando encuentras algo qué hacer: un trabajo, curso, voluntariado o lo que sea que le dé estructura a tus días, que te obligue a tener un horario y salir de casa.

 

- Ve a terapia. Si sientes que no puedes manejar estos sentimientos por tu cuenta, has tenido ataques de pánico/ansiedad y cada día te sientes peor, busca ayuda profesional.

 

La crisis del post-graduado no es para siempre, poco a poco irás encaminando tu vida hacia donde quieres ir y hallarás tu lugar en el mundo, o por lo menos llegarán nuevas preocupaciones que te harán olvidarte de estas. Mientras tanto sé paciente contigo mismo y sigue adelante.

 

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