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Testimonio: “Reducirme los senos fue la mejor y la peor decisión de mi vida”'

Lee esto antes de dar el paso

Autor: 
Mairem Del Río
iStock
03 Mar 2017
Categorías: 
Quiérete
Testimoniales

Para muchas chicas, tener senos grandes es una bendición, pero para otras es un martirio. Por eso hay quienes ven en la cirugía reductiva la única opción para acabar con el problema, sin pensar que eso tendrá consecuencias indeseables.

 

Tal es el caso de Renata, que a los 13 años decidió reducir el tamaño de sus pechos por razones de salud y calidad de vida, pero pronto se arrepintió al experimentar en carne propia algunas secuelas de las que nadie le habló, y nos comparte su testimonio para que otras chicas lo piensen dos veces antes de hacer algo tan radical:

 

“Reducirme los senos fue la mejor y la peor decisión de mi vida. El problema empezó poco antes de la pubertad, mis bubis empezaron a crecer desde los 8 años, y para los 13 años ya era copa D, ¡eran enormes! Imagíname de puberta, con uniforme de secundaria y esas boobs gigantes, ¡era la fantasía de cualquier pervertido! Mis compañeros se burlaban de mí, me ponían apodos, no podía usar cualquier ropa ni correr en la clase de deportes porque mis senos saltaban sin control.

 

“Lo más molesto eran todas las miradas incómodas y el acoso de los tipos que me veían como si fuera un pedazo de carne, sin ponerse a pensar que sólo era una niña muy desarrollada. La gente te sexualiza a una edad muy inapropiada, incluso había mujeres mayores que me daban tips para manipular a los hombres con mi escote, ¡hazme el favor!

 

 

La bronca no era sólo estética, también de salud. Me dolía muchísimo la espalda y empezaba a encorvarme. El doctor me dijo que eso podía ser muy peligroso, porque además de dañar la columna vertebral por el peso, podía desarrollar quistes. Entonces me dijo que la solución era una mamoplastia reductiva. En ese momento me pareció una gran idea, era cómo: ‘¿Me estás diciendo que con una operación todos mis problemas van a desaparecer? ¡Pásame el bisturí!’, obvio dije que sí.

 

“Mi mamá estuvo de acuerdo y una semana después ya estaba en el quirófano. La recuperación fue muy incómoda, tuve que faltar una semana a la escuela, estaba en segundo de secundaria y al volver sólo le dije a mis compañeros que había estado enferma, sin dar mayor explicación.

 

“Todos empezaron a preguntar si había adelgazado, porque mi cuerpo se veía diferente pero no sabían exactamente qué había cambiado. La verdad fui muy feliz en ese momento: ya podía comprar sostenes normales y bonitos (por que los de talla grande son horribles, en general), podía correr sin miedo y los pervertidos se alejaron, ¡tenía una vida normal! Por lo menos fue así un tiempo.

 

 

“Con el paso de los años llegaron nuevos problemas. Para empezar, me quedaron unas cicatrices horribles, entonces cuando inicié mi vida sexual me daba muchísima pena desnudarme, lo hacía a oscuras o con el bra puesto, aún así tenía que contarle todo a cualquier chico con quien quisiera acostarme. Ninguno reaccionó mal, quizá con curiosidad, pero les daba igual. Me preocupaba más a mí que a ellos.

 

“Lo de menos era cómo se veían, lo peor fue descubrir que había perdido toda la sensibilidad en la mayor parte de los dos senos. Así que nunca he experimentado placer cuando me tocan y ya ni hablar de los orgasmos de senos, nunca sabré qué se siente.

 

“Los bueno (o malo, no sé) es que mis boobs volvieron a crecer, hasta llegar a copa DD cuando tenía 27 años, a esa edad ya está padre ser voluptuosa. En esa época aprendí a disfrutarlas mucho: podía conseguir a todos los chicos que quisiera, me podía poner la ropa más sexy y las cicatrices ya casi no se notaban.

 

 

“Hace poco me convertí en mamá y tuve mil problemas para amamantar a mi bebé. Ya que la cirugía se hizo antes de que me terminara de desarrollar, mis pezones quedaron planos y mis glándulas no estaban en la mejor posición para producir leche. Fue un martirio las primeras semanas, tuve que hacer mil cosas para formarme los pezones y tener leche, pero con esfuerzo lo logré.

 

“Hay veces que me arrepiento de haberlo hecho, me gustaría tener mis senos intactos, sensibles, sin marcas y funcionales. Por otro lado, sé que en ese momento fue lo mejor, porque me libró de muchos problemas y me dio la oportunidad de tener una adolescencia normal. Pero en ocasiones pienso que me rendí muy pronto, que debí buscar otras alternativas como adelgazar o usar brasier ortopédico para disimularlas. Estaba muy chiquita para tomar una decisión tan radical.

 

“Cuando alguna chica me pregunta si le recomendaría reducirse los senos, sólo le digo que ponga en una balanza todo esto y cheque si para ella vale la pena. Si bien el tamaño de mis lolas ya estaba afectando mi salud, también sé que lo más importante debe ser aceptar y amar tu cuerpo tal como es. Si la vida me dio unos pechos enormes, debí aceptarlos y hacer lo posible para adaptarme a ellos en vez de cortarlos y ya. Como te darás cuenta, aún tengo sentimientos encontrados al respecto y creo que siempre los tendré”.

 

 

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