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Revista Veintitantos

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Sesiones privadas

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Y todo antes de mi clase de 7.

05/07/2018 | Autor: Karla Peckerman
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Sentía su suave mano acariciando mis muslos, casi no podía ver su rostro, pero no lo necesitaba; el simple aroma de su piel, esa tan varonil combinación de loción y tabaco me excita. Me besa lentamente metiendo su lengua en mi boca, juguetea con mi lengua, tan caliente su aliento y tan caliente mi entre pierna, hasta se me antoja su lengua lamiendo los labios húmedos de mi vagina, ¡diablos! 
Este vato me provoca demasiados pensamientos pervertidos, estoy ardiendo, me urge que me la meta, y lo sabe, pero juega con mi deseo, súbitamente siento como su dedo roza mi clítoris, lo presiona y empieza a acariciarlo, con cada movimiento me mojo más, lo siento, él estimula con más fuerza mi botón del placer, me hace gemir, incluso berrear, pero no me escucha, quizá es porque esta jodida comezón en la nariz me esta distrayendo, ¡maldita sea! ¿No puede esperar? 
Él esta apunto de meterme su grueso miembro erecto, pero en serio necesito rascarme, ¡no aguanto! Llevo mi mano a mi nariz, me rasco, abro los ojos y miro esa espantosa lámpara que me regaló mi tía, en mi último cumpleaños, el 20, ¡no puedo creer que haya sido un sueño! 
Lo único real son mis bragas mojadas, la excitación que se nota en la hinchazón de mi vagina y esa pinche comezón en la nariz. 
 
Es martes, son las 5 de la mañana y en un rato tengo escuela; me levanto aún excitada y algo somnolienta, entro al baño y me desnudo, abro la llave del agua caliente (aunque pensándolo bien debí haber abierto la del agua fría), siento el agua caer por mi cara, mi cuello, mis pechos, mis pezones duros, sigue bajando por mi cintura y curvea al llegar a mis caderas y nalgas, el roce del agua en mi cuerpo me resulta excitante. 
Debo confesar que egocéntricamente he colocado un espejo de cuerpo completo en la ducha, lo sé es una locura, pero no soy una mujer normal, me gusta autodenominarme promiscua y no porque me parezca 'inmoral' mi comportamiento sexual o por tener todo el tiempo pensamientos sexuales de TOOOODO, o porque me gusta el desmadre, me llamo así porque seguro se lee mejor que 'zorra sucia'... 
Me encanta mirarme desnuda, ese par de lindas tetas no son tan grandes, la copa B me va genial, pero no te confíes de la copa porque créeme que no te caben en la mano; no soy de las que se obsesiona con la figura, pero trato de conservar esa ligera curva que se hace en la cintura, esa que se aprecia más si me ves de espaldas, sentada en tus piernas y haciendo movimientos circulares ¿ubicas? 
Más abajo esta lo que yo llamo el paraíso, mi orgullo, unas caderas que, como dirían por ahí, aguantan hasta dos pianos, y un desbordante culo, si el de los movimientos circulares que te comentaba, el mismo que si lo ves “en Pino Suárez” parece un gran corazón. 
Me miro nuevamente y estoy segura que aquel vato en mi sueño tenía bastantes motivos para querer cogerme, pero mi maldita comezón lo arruinó, así que tendré que terminar lo que mi desaparecido 'matador' empezó; mirarme y describirme ya hizo que mis pezones se oscurecieran y se pusieran duros de nuevo, me chupo dos dedos y los llevo a mi clítoris, lo acaricio haciendo círculos y empieza ese vaivén de sensaciones, estoy gimiendo de nuevo, ahora si me escucho, abro las piernas y el agua roza mis hinchados labios, lo que causa que la piel se me erice y deslice mis dedos hasta mi vagina, los meto, primero lento para disfrutar la delicia y el calor de mi interior, subo la intensidad del famosos mete-saca, ¡Qué jodidamente rico! 
Las sensaciones se están acumulando ahí dentro, me estimulo con más fuerza y de mi boca sale el '¡ay no mames!'. De una buenísima corrida, quién más si no yo misma para complacerme antes de la primera clase de la mañana. Aún con piernas de Bambi por la tremenda venida que me propicié, lavo mi castaña y rizada cabellera, mi morena piel y me enjuago; salgo corriendo, ya son las 6 de la mañana y mi aburrida clase empieza a las 7.
 
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