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Según reportan varios medios británicos, Meghan Markle y el príncipe Harry ya hicieron crecer la Familia Real. Aunque sus compromisos royal les impiden embarazarse este año, la pareja adoptó un perrito labrador a principios de este verano.

Este suertudo can, del que aún no se sabe su nombre, se unió a la pareja en su casa en Cotswolds y también les hace compañía en su cottage en el Palacio de Kensington, aunque las fuentes oficiales se han negado a comentar al respecto. 

 

Se sabe que Meghan es toda una amante de los perros y, de hecho, uno de sus adorados “perrhijos”, un Beagle llamado Guy, vive con ella en Londres. El can incluso fue visto paseando con la reina Isabel II en su lujosa camioneta Range Rover de camino al Castillo de Windsor, antes de la Boda Real del 19 de mayo. Mientras tanto, su otro perro, Bogart, se quedó en Los Ángeles con un amigo.

El peludo de Harry y Meghan llegó a la familia solo unos meses después de que la reina Isabel II tuviera que dormir a su último corgi, Willow. El fallecido perrito era parte de la generación número 14 de corgis reales, descendientes del primer perro que la reina recibió como regalo a los 18 años, y que dio inicio a su programa de cría de corgis.

Durante la entrevista que Meghan y Harry concedieron tras anunciar su compromiso, el príncipe comentó que los perros de la reina aceptaron de inmediato a la ahora duquesa de Sussex: “Los corgis te recibieron de inmediato. Yo he pasado los últimos 33 años con ladridos, ella entra, y absolutamente nada”.

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A pesar de que sus seguidores y los fans de la realeza están ansiosos por ver a los duques de Sussex con un bebé, la ex actriz no podrá quedar embarazada este año, ya que comenzará su primera gira oficial el 20 de octubre en Sidney, Australia, para estar en los Juegos Invictus hasta el 27 del mismo mes. Luego, la pareja viajará a Fiji, el Reino de Tonga y a Nueva Zelanda los últimos meses del año. Ya que tantos viajes no son lo mejor para una chica embarazada, prefieren retrasar ese plan hasta su regreso a Reino Unido.