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Revista Veintitantos

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Lo que es para ti, es para ti

Una linda historia de amor

24/12/2015 | Autor: Miris Guerrero y Beni Salvador
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Hoy se habla mucho del destino, de que hay ciertas cosas que está escrito que pasen, ¿tú crees en él? Checa lo que Ely nos compartió y anímate a mandarnos tu historia, porque no todo en la vida son broncas con el galán y hay amores que merecen ser contados ;D #DivánDelAmor
 
Mi mejor amigo... es un hombre
 
Conocí a Arturo el primer día en la Facultad. Se me hizo tarde y llegué corriendo al salón, a los 5 minutos llegó un chico, lo que bajó mi vergüenza; “Al menos no fui la última”, me dije. Adelante de mí había un lugar y, yo muy solidaria, se lo señalé para que el profe dejara de verlo feo. Ése se convirtió en nuestro primer chiste personal.
 
En el 1er semestre nos hicimos amigos. Arturo era muy buen chavo. Dirán que lo digo porque estoy enamorada, pero en ese tiempo también era consciente de sus cualidades: tiene una amabilidad extraña, de esa de los chicos ‘chapados a la antigua’, tal vez porque lo crió su abue; es bondadoso, lo noté cuando veía que alimentaba a un perrito que se paseaba por la escuela; es atento, cuando nos quedábamos hasta tarde se tomaba la molestia de acompañarme al metrobús, aunque no era su camino; sabe escuchar, incluso si le cuentas el mismo trauma varias veces; y tiene ese extraño instinto de saber cómo reaccionar cuando ve a una persona llorando o enojada.
 
Los semestres pasaron y aunque teníamos más amigos, entre él y yo había una conexión especial. Cuando estaba contenta, triste, aburrida, melancólica y hasta eufórica, siempre lo buscaba. Y él hacía lo mismo. Nos ‘bulleábamos’ y reíamos juntos. Naturalmente, cada uno consiguió pareja. Pasamos varias relaciones del otro juntos, y aunque confieso que sí sentía celos porque sus chicas ‘me quitaban a mi amigo’, la amistad seguía igual. Muchas veces lo escuché enojado por broncas que tenía con sus chavas y otras tantas él me abrazó para consolarme cuando el galán en turno me hacía alguna jalada.
 
En nuestro grupito, las bromas sobre nosotros eran constantes, pero nunca hacíamos caso. No me di cuenta que Arturo, ese que yo llamaba mi mejor amigo, me gustaba, hasta el último semestre. En una de las tantas ‘prefiestas de graduación’ fuimos a Valle de Bravo. No supe cómo, pero de estar bailando y tomando juntos, de repente me vi en un jardincito echando relajo con él y luego... ¡me besó!
 
Les juró que hasta la borrachera se me bajó al sentir sus labios. Me hice mil ideas sobre qué pasaría, él tenía novia y me sentí culpable; y también muy tonta porque acababa de darme cuenta de que Arturo ¡me gustaba! Llámenme ciega o chance y no había querido verlo para no dañar la amistad, pero fue ahí cuando me cayó el veinte.
 
¿Que, qué pasó al día siguiente? Nada. Él me trató súper normal y yo, aunque me moría de nervios, hice lo mismo, no le pregunté si se acordaba del beso y la neta me ofendí un poco y di por hecho que lo había hecho porque estaba borracho.
 
¿Podría ser él?
 
Pasó el tiempo, conseguimos trabajo y aunque seguíamos siendo amigos, me hice a la idea de que no habría nada, así que me hice novia de un chico de la empresa. El tiempo, la chamba, el cierre de mes, las presiones, las deudas, los noviazgos, la vida... ya de Godínez es más difícil ver a tus cuates. Y aunque Arturo y yo nos mandábamos inbox y platicábamos, era difícil coincidir. Él comenzó a salir con una chava y yo lo molestaba diciendo que las novias no le duraban porque seguro era malo en la cama, él se indignaba con la broma, era parte de nuestro bullying personal.
 
Así se nos fueron 5 años de cenitas robadas, chelas con los cuates, cumpleaños o tragos emergentes porque alguno se había peleado con su jefe. Arturo terminó con su novia, después de irse de viaje juntos, según él porque se dio cuenta de que no tenían ‘lo importante’ en común. Meses después comenzamos a salir más y la atracción que sentía por él despertó otra vez; lo complicado era que notaba que él también me veía con intensidad, me abrazaba de forma diferente, me tomaba de la mano y otros detalles que me hacían dudar sobre si me veía como una amiga o no.
 
Organicé una fiesta para festejar mi cumple 27. Después de tantas ‘saliditas’ con Arturo, tenía la ilusión de que en esa reunión pasaría algo... Lo que jamás me esperé fue que el chavo con el que salía me cayera de sorpresa, pese a haberme dicho que no iría, con varios globos y unas rosas.
 
La película que no vimos
Semanas después Arturo me llamó para invitarme al cine, no es que no me hablara, pero se mostraba muy distante, en esas estaba yo cuando me soltó que su ex lo acababa de buscar para que regresaran. Me sentí completamente idiota. Yo pensando en darle una explicación sobre la fiesta y él pensando en regresar con la chica con la que no tenía ‘lo importante’ en común. What!
 
Como ‘buena amiga’ lo escuché, aunque tenía ganas de largarme y ni entrar a la peli. Pensé que no era nuestro destino estar juntos, sino tener una de esas amistades que ya no se dan, ¿para qué fregarlo con otra cosa? Por supuesto, llegó el momento en que lancé la pregunta de cajón: “¿Y qué vas a hacer?” “No voy a regresar con ella”, soltó simple. Me quedé callada, terminándome el café. “No quieres saber porqué”, preguntó después de un rato. Asentí, sin saber qué contestar. Y entonces me contó su lado de la historia, llevaba 9 años enamorado de mí, pero al principio no sabía como decírmelo y luego siguió una laaarga lista de momentos en los que no había sido adecuado, por su situación o la mía. Finalmente, confesó que en mi cumple se había dado cuenta de que ya me había dejado ir muchas veces y que aunque sabía que yo estaba saliendo con otro, ya no podía callarse.
 
Lo abracé, confesándole mis miedos y sentimientos. Nos besamos y me susurro: “Ya es el segundo, aunque no te acuerdes”, sólo me reí y le di un golpecito. Ya pasó mas de un año desde esa tarde de cine fallida. ¿Qué puedo decir? Creo en el destino y creo que los tiempos de la vida son los correctos, lo que cada uno pasó nos sirvió para ser la pareja que somos ahora. Aún nos ‘bulleamos’ mucho, como cuando sólo éramos amigos, pero la broma de que es malo en la cama y que por eso se le van las novias, ya quedó fuera de mi repertorio.
 
Si tienes un problema o una historia que contar, escríbenos a [email protected] o utiliza el hashtag #DivánDelAmor.
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