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Mis curvas confiesan: Él 40 y yo 20

Ya estoy esperando el fin de semana

Autor: 
Una curvy hot
Wordpress
27 Mayo 2016
Categorías: 
Vivan las curvas
Yo amo mis curvas
Columna

Cada fin de semana era tan ansiado por mi y por él, eso quiero creer, íbamos al mismo lugar cada fin, todo el día, él era mío y yo era suya en ese lugar -no de quinta pero tampoco de primera.

Aún recuerdo como fue nuestro primer beso, yo lo abordé primero y él muy tímidamente me correspondió, yo no quería enamorarme eso no entraba en mis planes -después de todas mis vivencias-, pero él con su ternura y sus caricias se ganó no sólo mi cuerpo sino mi corazón; sin embargo, nuestro amor siempre fue secreto y hermoso mientras duró.

La primera vez que fuimos a aquel hotel, él iba muy nervioso no sabía por dónde empezar a tocarme y no creo que haya sido por falta de experiencia yo una veinteañera aún y él un cuarentón con varias historias, seguramente era tanto su deseo de tenerme que hacía que se pusiera torpe. Entramos al cuarto y me empezó a besar tiernamente, hablamos de muchas cosas e intercambiamos besos y caricias.

Hasta que no hubieron palabras, sólo hablamos con la mirada, me besaba muy apasionadamente y poco a poco nos quitamos la ropa; su miembro ya muy excitado pedía a gritos entrar en mí, yo muy mojada y ardiente de deseo quería tenerlo dentro de mí.

Sin más preámbulo fusionamos nuestros cuerpos, sentirlo dentro me provocaba una grandiosa satisfacción y yo sabía cómo él estaba complacido y disfrutaba estar adentro, nuestros cuerpos se acoplaron al mismo ritmo, de vez en vez cambiábamos de posición yo arriba, él abajo... Cuando ya no pudimos contenernos más los dos estallamos de placer, yo arriba de él lo mojé con mis líquidos a chorros, su expresión de placer al sentirlos me demostró que le encantó tenerlos y no pasó una sola vez, él acariciaba mi clítoris con su pene aún erecto para que una y otra vez lo mojara hasta que yo agotada ya no pude más.

Después de culminar la pasión y de haber saciado nuestras ganas descansamos un buen rato sobre la cama, abrazándonos como uno sólo, los besos a pesar del cansancio no podían faltar. 

Después de ese día los demás días ya no fueron igual, ambos esperábamos ansiosos el fin de semana, el sábado para ser exacta, esperábamos ese deseado día para ir a aquel lugar donde solo las 4 paredes eran testigas de esa entrega de esa satisfacción de esa pasión.

 

 

 

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