Veintitantos

 

Después de estar esperando con ansias el verano, y con él las vacaciones, llegó el día en el que toda la familia se reunía para irnos a la deliciosas playas de Puerto Vallarta, a disfrutar de un afrodisíaco verano playero. 

¡Sí, arena, sol, mar y un delicioso sexo, sólo para mi! 

¿Yo? Yo súper preocupada -como seguramente todas las curvys- por el outfit playero, el bronceador, sandalias, shorts, ¡todo en la maleta! Pero lo que más me tenía con gran preocupación, ¡consternada, en verdad! era el traje de baño, ¿dónde escondería todas eso que no me encanta de mi cuerpo?, ¡las estrías!, ¡celulitis! 

-¡No conquistaré a ningún galán este verano!-

¡Pues no! A él  no le importó desprenderme de mi traje de baño de una pieza, sólo me tomó con sus grandes y torneados brazos, me levantó de un golpe y comenzó a besarme. Su manos estaban calientes, el sudor de su cuerpo no me importó, estábamos en la playa, solos los dos. 

Sus besos y caricias eran tan intensos como la fuerza de las olas del mar. 

Ya estábamos en la arena, acostados los dos, yo montada en él, sin dejar de repetirme ‘me excitan tus curvas’. No notó en lo absoluto mis estrías, y le encantó la depilación que me hice justo antes de irnos, ¡no lo hice por él, yo a él ni lo conocía! pero sabía que todo podía pasar, yo iba dispuesta a todo. 

¡Sí, grité de placer! Me hizo gritar de placer mientras sus labios y lengua pasaba por todo mi cuerpo. 

 

¡Me penetró intenso! Fue lindo, fue intenso.