VEINTITANTOS

 

Cuidar nuestra alimentación no sólo significa fijarnos en las cantidades y calorías que ingerimos, también en el tipo de alimentos, pues hay algunos que aunque parecen de lo más sanos e inofensivos pueden causar hinchazón y darte algunas curvas extra.

 

 

 

No estamos diciendo que debes evitarlos a toda costa o todo el tiempo, sólo que si después de comerlos notas que tu barriga o todo tu cuerpo se sienten un poquito más voluminosos, ya sabes a qué echarle la culpa: 

1. Brócoli, calabaza, kale, coliflor y col. Estas ricas y nutritivas verduras crucíferas contienen rafinosa, un azúcar que no se digiere hasta que llega a las bacterias del intestino. Además de provocar hinchazón, también provocan gases porque poseen carbohidratos no digeribles. No los excluyas de tu dieta, sólo mide la cantidad que consumes.

 

2. Papas a la francesa. La mezcla de almidón, aceite y sal es una bomba para el estómago porque son más difíciles de digerir, inflaman tu estómago, te hacen retener líquidos (lo que podría hacer que todo tu cuerpo se hinche un poco, y sus calorías se almacenan en tu cuerpo. 

 

3. Lácteos. Para quienes sufren de intolerancia a la lactosa esto es muy evidente, pero incluso si no tienes dicho padecimiento los lácteos pueden inflamar un poco tu estómago dependiendo de la hora del día que los consumas, con qué los acompañes y cuánto ingieras.

 

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4. Sopas enlatadas. Son altas en sodio, elemento que provoca retención de agua e hinchazón en el abdomen y de otras zonas del cuerpo.

 

5. Manzana. Por loco que parezca, algunas personas no pueden digerir la fructosa y el sorbitol que contiene esta fruta, y eso los hincha.

 

6. Leguminosas. Frijoles, lentejas, garbanzos y habas son ricos en proteínas, pero también pueden provocarte gases.

 

 

 

7. Palomitas de maíz. El maíz contiene fructano que puede producir dolor e hinchazón.

 

8. Cebolla. Contienen un carbohidrato que el cuerpo no absorbe bien.

 

9. Embutidos. El exceso de sal hace que tu cuerpo retenga líquidos

 

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Como dijimos, no se trata de excluirlos por completo de tu dieta (bueno, alguno sí deberíamos dejarlos a un lado), en especial si al final su valor nutritivo compensa las posibles molestias, como es el caso de las frutas y verduras. El secreto está en consumirlos con medida.