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Revista Veintitantos

Lo que debes saber antes de ponerte una faja

Lo que debes saber antes de ponerte una faja

Tal vez estás muy a gusto con tu cuerpo, pero llega ese momento en que debes decidir si debes ponerte una faja o no, ¿te ha pasado?

17/06/2017 | Autor: Mairem del Río
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Quizá ya lograste conocer tu cuerpo y sabes perfecto cómo vestirlo para que luzca espectacular, pero un día te topas con esa prenda que simplemente no se te ve bien o no te calza, y sabes que todo se solucionaría si te pones una faja, pero ¿vale la pena?

Aquí algunas cosas que debes tomar en cuenta antes de meterte en una prenda de compresión:

1. La lucha para meterte ahí. Lo hemos visto entre broma y broma, meterse en una fala es muy complicado, porque tienes que acomodar mucha piel en un espacio reducido. Brincas, caminas, gritas, te contorsionas, sudas, lloras… ¿en serio no cuenta como cardio?

 

2. Puede respetar tu silueta, o no. Las fajas están hechas para que tu cuerpo se adapte a su forma, no al revés. Por ejemplo, si tienes una cintura pequeña y caderas anchas, una faja tipo body pasará algo de la masa de tu trasero al torso, con lo cual podrías terminar luciendo un cuerpo que en definitiva no se parece al tuyo.

 

 

 

 

 

3. Es súper incómoda. Si ya lo has intentado sabrás que las fajas limitan tu movimiento y hasta tus funciones más vitales, además de que pasas la mitad del tiempo cuidando que no se mueva de su lugar, se enrolle o se note.

 

4. Te corta la respiración y la circulación. ¡No es broma! La mayoría de las fajas te comprimen tanto que es difícil respirar, y cuando te las quitas ves esas características líneas rojas que delatan la mala circulación que tuviste mientras la usabas, sin mencionar los surcos que dejan las costuras.

 

5. Luces rígida. Por supuesto, porque tus movimientos están restringidos. Es como si llevaras una armadura de tela que no te permite sentarte, agacharte o caminar con naturalidad y acabas pareciendo un robot.

 

6. No puedes comer mucho. Como tu estómago está siendo presionado, no le cabe mucha comida o bebida, sólo el mínimo. Ok, puede ser que eso te ayude con la dieta, pero ¿y si en verdad tienes hambre o sed? 

 

7. Ir al baño es un suplicio. De sólo pensar en quitártela o moverla tantito para ir al baño, empiezas a considerar no tomar líquidos o ponerte un pañal.  Por cierto, como la faja te aprieta la vejiga, te dan ganas de orinar más seguido, eso sí es un problema.

 

 

 

 

 

8. No se quita rápido. Si tienes una emergencia o la faja resultó y la noche acabará en una sesión de sexo. Debes saber que, además de que podrían descubrir tu secreto, quitarte la faja también es un show, no tan difícil como ponértela, pero también es un reto.

 

9. A veces ayuda y a veces no. Como mencionamos, a veces las fajas te dan una silueta que no es la tuya, para bien o para mal, ya que no eliminan la masa de tu cuerpo, solo la distribuyen diferente. En ocasiones, por adelgazar tus muslos con una bermuda de compresión acabas con rollitos nuevos en la cintura y a la altura de las rodillas, o si usas una cinturilla ésta te saca “gorditos” en la espalda y cadera.

 

En conclusión, las fajas pueden ser un gran aliado en caso de emergencia, si necesitas entrar en un vestido justo antes del evento, por ejemplo. Algunas están hechas de materiales muy amables con la piel y lucen realmente bien bajo la ropa.

 

Sin embargo, debes estar preparada para todas las incomodidades que implican. Si crees que es un trato justo con tal de verte y sentirte bien, adelante, pero no olvides que, como dice Rumpelstiltskin en ‘Once Upon a Time: “Toda magia conlleva un precio”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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