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Cosas que aprendes al renunciar

7 Lecciones que aprendes al renunciar a un trabajo horrible

Aunque pierdes algunas cosas, también ganas experiencia...

31/03/2017 | Autor: Mairem del Río
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Sabemos que los empleos no son para siempre, la vida te pone retos y a veces éstos implican dejar la seguridad de un trabajo estable para seguir adelante. Aunque pierdes algunas cosas, también ganas experiencia, y estas son algunas de las lecciones que aprendes al renunciar a un trabajo horrible.

1. Vas a sobrevivir

Dejar un trabajo no es el fin del mundo, allá afura hay muchas oportunidades para ti y no tiene sentido desgastarte física y emocionalmente por conservar un empleo que ya no te hace feliz, no te brinda la calidad de vida que esperas y quizá es menos de lo que mereces.

 

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2. Puedes hacer otras cosas

Cuando ya no tienes un horario fijo que cubrir, un lugar al que ir cada día y tareas rutinarias, descubrir que hay un mundo de posibilidades. Tal vez te de tiempo de seguir estudiando, de tomar ese curso que siempre habías querido, de viajar, de ir al gimnasio o de cuidarte como antes no podías. Claro que necesitas el dinero, pero también te darás cuenta de que hay mil cosas que puedes hacer para ganarlo sin comprometer tu felicidad y bienestar.

 

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3. Tienes derecho a quejarte

A veces, cuando le anuncias a tu jefe que renuncias, éste trata de negociar contigo, te dice que todos los problemas que parecían no tener solución, de hecho sí la tienen, y que tal vez, si hubieras hablado antes, no tendrías que tomar esta decisión. Para la próxima, sabrás negociar mejor.

 

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4. Eres más fuerte de lo que piensas

Aguantarte en un trabajo pesado, sacar más pendientes de lo que es humanamente posible y sortear un ambiente difícil, requiere mucha fuerza. Pero es aún más valiente atreverte a soltar esa tabla que te mantenía a flote, para saltar al vacío del desempleo. Eso, en sí mismo, te hace sentir ponderosa y fuerte.

 

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5. Vivir estresada no es vida

Cuando estamos inmersas en la rutina laboral, el estrés es nuestro pan de cada día. Te levantas rápido y de malas porque ya vas tarde, pasas el día entero preocupada por sacar pendientes y resolver problemas, y en la noche no puedes descansar porque sigues pensando en todo lo que tienes que hacer, ¡eso no es vida! Bien reza el sabio dicho: trabaja para vivir, no vivas para trabajar.

 

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6. Tu sueldo no alcanza para comprar tu salud
 

A la larga, cuando estás en un trabajo muy demandante que no te hace feliz, terminas invirtiendo más de lo que ganas en psicólogos y medicamento para continuar sin colapsar ni enloquecer, y ni hablar de los antiácidos que tienes que tomar cada hora por la gastritis que te causa tanto estrés, desveladas y mala alimentación. Simplemente no lo vale.

 

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7. Necesitas seguir adelante

Después de algunas semanas o quizá meses de dedicarte a ti misma, a pasear, cuidarte y disfrutar la vida, descubres que la vagancia tampoco es lo mejor. Al final tienes otras metas, sueños y cuentas por pagar. Tienes que continuar y buscar algo mejor que lo que tenías, ¿si no para qué renunciaste?

 

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