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Oler la comida también engorda, según científicos

Oler la comida también engorda, según científicos

Descubre cómo el olor de los alimentos está relacionado con la quema de calorías.

10/07/2017 | Autor: Mairem del Río
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Si eres de las que se conforman con oler la comida y dejarla ir cuando estás a dieta, un grupo de científicos te tiene una mala (en realidad, pésima) noticia: eso también engorda. 

 

En un estudio realizado por científicos de la Universidad de Berkeley revelaron que existe una relación entre el olor de la comida y los procesos metabólicos del cuerpo.

 

 

 

 

 

 

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En la investigación se realizaron varios experimentos en ratones manipulados genéticamente para disminuir su capacidad olfativa, a quienes alimentaron con comida rica en grasa para comparar su evolución con otros ratones cuyo sentido del olfato era normal. 

 

Tres semanas después, se descubrió que los ratones con menos olfato aumentaron solo el 10% de su peso, mientras que los de olfato normal doblaron su masa corporal y ganaron hasta un 100% de peso. 

 

Traducción: ¡Oler la comida engorda!

 

Para profundizar más en la investigación, se asociaron con científicos alemanes, quienes poseen una cepa de ratones de olfato impresionante, mismos que fueron sometidos a la misma dieta, ¡y ganaron aún más peso que los ratones con olfato normal!

 

 

 

 

 

 

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Según los investigadores, el olor de la comida juega un papel importante en cómo las calorías se almacenan en nuestro cuerpo.  Al no oler la comida, el cuerpo podría quemar mucho más rápido las calorías consumidas, en lugar de almacenarlas.

 

Los humanos que pierden el sentido del olfato por la edad, lesiones o alguna condición como Parkinson, a menudo se vuelven anoréxicos, aunque la causa se desconoce.

 

 

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Este hallazgo abre la posibilidad de ayudar a quienes tienen el olfato disminuido y a las personas que tienen problemas para perder peso. 

 

Otro hallazgo fue que los ratones, así como los seres humanos son más sensibles a los olores cuando tienen hambre que después de haber comido, por lo que tal vez la falta de olfato engaña al cuerpo para que crea que ya comió.

 

Mientras busca alimento, el cuerpo almacena calorías en caso de que no tenga éxito. Una vez que el alimento está asegurado, el cuerpo se siente libre para quemarlo.

 

 

 

 

 

 

 

 

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