Probablemente tú y esa persona, que te hace imaginar cosas que harían sonrojar a una estrella porno, ya han salido varias veces. Muy probablemente ya hubo algo, una sesión intensa de besos o las pláticas ya subieron de tono, no lo sé… ALGO te indica que el momento en que esa persona te verá desnuda está a punto de llegar y tu primer pensamiento no es para los minutos de placer que te esperan, lo que piensas es: '¿Qué va a pensar de mi cuerpo?'
Por Aydeé Treinta / TW @ChicaPlusMexico / FB Chica Plus México
Recuerdo la primera vez que vi a ese morenazo en el taller de idiomas, sentado de frente a la puerta y aparentemente leyendo pero, a la vez, atento a todo. Me vio, vi sus hermosos ojazos y sus limpios zapatos y pensé: "De aquí soy". Los siguientes días, mientras tomábamos el taller, también nos tomábamos confianza, platicábamos de música y de cine, él también era amante como yo, así que la salida a ver una película era inevitable.
Recuerdo que fuimos a ver una pelí considerada cine de arte, donde los protagonistas se la pasaban desnudos todo el tiempo, haciendo de todo. La película, la sala vacía y el hecho de que ya había demasiada tensión-atracción entre nosotros hicieron su efecto; ahí en plena sala de cine, como se dice en lenguaje estudiantil, llegamos a primera y segunda base. Salí de la sala con la cara roja de nervios y de emoción, hasta la fecha cada que veo los pósters de esa película me sonrojo de acordarme, y la verdad YO NO ME LA CREÍA, mi mente no asimilaba lo que acababa de suceder.
Se me hacía increíble que un hombre tan atractivo hubiera, no sólo salido conmigo, si no que además hasta donde la ropa lo permitió, me había demostrado que yo no nada más le caía bien, sino que además le gustaba. Obvio, mis demonios de baja autoestima le echaron la culpa a la película, según yo, había sido la detonante de esa apasionada sesión de besos y caricias.
Pensé que ya, hasta ahí había quedado el asunto, pensé en cómo me iba a cambiar de taller o de planeta... lo que se requiriera. Temía su reacción al otro día, o más bien, temía que ni me hablara. Para mi sorpresa, al otro día llego y me saludó igual de amistoso que siempre. Según yo, nada más confirmó mi teoría de que había sido algo casual y ya.
Al otro día fuimos a comer a un restaurante de esos donde hay área infantil, había un castillo inflable enorme que bloqueaba la vista del personal del restaurante. Y cuando yo estaba terminando el postre sentí como la mano de mi compañero de taller, casual, se ponía en mi muslo, buscando curiosa, a ver que encontraba más arriba y… ¡repetimos lo del cine! De ahí en adelante: parques, taxis, museos, y salones de clases eran aprovechados para sesiones cada vez más intensas.
Un día llegó la inevitable pregunta "¿Cuándo tercera base y home run?" La idea de que me viera desnuda me ATERRABA, no era lo mismo que se imaginara lo que él quisiera de mí con ropa puesta, a que VIERA completo como era mi amado-odiado cuerpo que, a pesar de ser joven, ya tenía estragos de tantas subidas y bajadas de peso drásticas a lo largo de los años.
Como todas las mujeres, tengo áreas de mi anatomía que me gustan, incluso que me enorgullecen, y otras que definitivamente no me agradan. Me ponía tan nerviosa pensar que vería todas esas cosas que las mujeres tememos mostrar: celulitis, estrías, manchas, granitos, cicatrices, pancita, senos no muy firmes, etc. Como si fuera un doctor Frankenstein moderno, me desnudé ante un espejo y le busqué solución o camuflaje a cada uno de mis 'defectos'.
Por fin un buen día le dije a la salida del taller que pues estaba 'lista', aunque más bien estaba resignada a que después de que me viera, ¡adiós citas candentes! Fuimos a comer algo antes y, después de pagar, él fue al baño y tardo HORAS en salir, tanto que hasta pensé que se había arrepentido y se había dado a la fuga; mandé a un mesero a que se asomara al baño, el mesero tardó también y tuve que mandar a otro mesero a que fuera a buscar al primer mesero y a mi galán. El mesero volvió y sólo me dijo en un misterioso tono “Ahorita viene”.
Cuando por fin apareció, noté enseguida la fina fragancia que lo envolvía y el aliento fresco de alguien que se acababa de lavar los dientes; me di cuenta que se había ido a poner guapo y ahí comprendí que yo no era la única que estaba nerviosa o que temía defraudar las expectativas del otro. Me di cuenta que también a él le imponía la idea de quedar sin ropa y estar cerca, así que, más tranquila y libre de preocupaciones y complejos decidí que pondría de mi parte para que fuera una cita inolvidable, dejar de pensar en los efectos que mis 'defectos' pudieran causar en ese hombre y enfocarme en las cosas que pensaba hacerle… ¡y que le hice! Supongo que si le gustó porque se repitió muchas veces más.
Un día, tiempo después de mucho tiempo y ya en confianza, tras hacer el amor se me ocurrió preguntarle que había pensado la primera vez que me vio desnuda y me contestó “Te juro que no podía ni pensar de lo excitado que estaba, te hiciste demasiado del rogar mujer. PENSÉ QUE NI TE GUSTABA”. Me dejó con la boca abierta.
La verdad, muy probablemente tu pareja no piense mucho en tu cuerpo porque esta demasiado concentrado en LLEGAR a tercera base, anotar un home run o como le quieras llamar. Esto es algo que las mujeres en general debemos memorizar y repetirnos cada que los demonios de la inseguridad quieran meterse a nuestra mente:
Si esa persona está ahí contigo, a punto de tener una relación sexual, es porque TE TIENE GANAS, LE GUSTAS Y YA. ¡Por favor! Deja de pensar y mejor dedícate a SENTIR, a disfrutar mucho del buen sexo y a gozarla con RESPONSABILIDAD.
SIEMPRE USA CONDON, CUÍDATE, AVISA ALGUIEN DE CONFIANZA CON QUIEN ESTÁS. CUIDADO CON LO QUE BEBES DE ALCOHOL, NO VAYAS A CASAS DE DESCONOCIDOS EN LA PRIMERA CITA Y LLEVA TU DINERO :)
